22 febrero, 2006

La legítima defensa, como debe ser (II)

Hace diez meses , un ciudadano común y corriente, pero que contaba con la autorización del Estado para tener y portar armas, acababa de retirar de un banco con una importante cantidad de dinero cuando fue víctima de lo que se conoce como "salidera".
Dos tipos se bajaron de una moto, y luedo de darle varios culatazos le sacaron 10.000 pesos. Al advertir que estaba armado (matalo!, matalo! le decía un ladron al otro) le dispararon. Ahí el hombre contestó el fuego, matando a dos de los ladrones e hiriendo a un tercero que escapó unos metros, paras ser detenido por la policía unas cuadras despues.
Para el atacado y robado empezó un calvario. Los medios lo presentaron como un caso de justicia por mano propia, confundiendo ésto con la legítima defensa. Hablaron del peligro que había generado para los transeuntes, sin importar que los primeros en disparar fueron los delincuentes, y que él evidentemente y aún bajo la presión de las circunstancias tiró con toda precisión.
Detenido casi dos semanas, se le imputó primero doble homicidio y luego el típico "exceso en la legítima defensa", procesado y embargado en 100.000 dólares.Ahora, sin que las radios y la tele le dediquen en 5% del espacio que le dieron entonces, la semana pasada la justicia dictó el sobreseimiento, sobre la base de que "bien se puede afirmar que existió una situación de peligro concreta tanto para el patrimonio como para la vida y que, en definitiva, éste fue víctima de una agresión ilegítima".

Por fin, la legítima defensa, como debe ser.