Hoy Clarín cuenta seis supuestas historias de gente que se sumó al plan de desarme civil. Una mujer golpeada, una viuda, un travesti que quería defender a la mamá, un chorro con intenciones de jubilarse y un cura que llevó dos tumberas de los asistentes a su merendero.
En dos de las historias, aparecen incongruencias con el marco legal planteado para el desarme, lo que hace pensar que toda la nota no es más que la habitual sanata. La viuda según se cuenta habría entregado 20 armas de colección, que prefirió llevar a destruir al RENAR antes que venderselas a un anticuario.
El caso del pobre curita, es más emotivo: habría dejado las tumberas desistiendo de cualquier compensación en dinero.
En un caso, se establece que sólo se aceptan 10 armas por persona, en el otro se dice claramente que no se entregará incentivo por armas de fabricación casera.
Muchachos, si van a mentir, por lo menos lean un poco para que las historias sean coherentes.