Subió como un globo, cayó como un globo.
"Rosario, 9 de diciembre de 2004.
Ingeniero Blumberg:
Me permito hacerle llegar estas líneas, en oportunidad de éstas Jornadas sobre la crisis de la Seguridad ciudadana en la Argentina, en la que tengo el honor de participar como moderador de uno de los paneles, para hacerle llegar algunas reflexiones sobre un tema que actualmente está en liza en la prensa, que se debate en diversos ámbitos del gobierno, y a los que Ud. ha referido en varias circunstancias, y que es la cuestión del desarme civil.
Es perfectamente entendible que toda política de estado destinada a reducir la incidencia del delito violento debe incluir necesariamente una potente campaña para evitar el tráfico, la tenencia y la portación de armas ilegales. Este punto está total y absolutamente fuera de discusión.
Sin embargo repetidamente se ha confundido el problema de las armas ilegales con las armas que se encuentran debidamente registradas y habilitadas por la autoridad de aplicación. En una peligrosa generalización se habla de “retirar las armas de las calles” sin hacer distingo entre armas legales e ilegales. Sabemos perfectamente que nuestro estado nacional es una monstruo oligofrénico, y que los legisladores hacen cabal gala del dicho romano: Senatores boni viri, senatus autem mala bestia” (los senadores son buenas personas pero el senado es una bestia).
Haciendo esta anotación preliminar es necesario observar que probablemente de pasar una ley que modifique el actual régimen registral y de tenencia y portación no lo hará para bien sino para mal, siendo uno de los riesgos mas claros que esta falta de diferenciación entre armas legales e ilegales llegue a la ley y así se proscriban no sólo las armas ilegales –que en abrumadora y enorme mayoría de casos son las vinculadas a hechos policiales - sino también las que se encuentran conforme a las reglamentaciones vigentes, privando de esta manera no sólo el uso de las mismas a cazadores y tiradores deportivos, sino aún mas importante coartando a numerosísimos ciudadanos (más de 800.000) el derecho a la legítima defensa.
La Carta Universal de los Derechos Humanos refiere en su Artículo tercero que todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Ninguno de estos derechos es más importante que el otro, y en ninguno de los casos la defensa de los mismos ha de ser monopolizada por el Estado. Privar al hombre del derecho de asegurar la seguridad de su persona es tan grave como privarlo del derecho a la libertad.
Estimado ingeniero, soy padre como usted de un hijo único. Soy tirador desde muy joven, en una disciplina que a la vez aprendí de mi padre. Soy como tantos otros Legítimos Usuarios un ciudadano respetuoso de la ley. Entendiendo que sus palabras son de gran repercusión en la sociedad argentina, sensibilizada al máximo por miles de asesinatos, secuestros, violaciones y delitos contra la propiedad, le ruego que tome partido por quienes, como yo, han decidido –haciendo uso de los derechos que las leyes nos conceden- participar activamente en defensa de nuestros mas básicos derechos humanos. Por ello le pido que claramente y con firmeza sostenga la necesidad de preservar el derecho a la tenencia de armas de fuego, y reafirme la obligación del estado de controlar las armas ilegales.
Con todo respeto.... (firma)"