13 diciembre, 2009

Ni buenas, ni malas


Como llega el fin de año estoy buscando hacerme algún regalo armero.
Salí ayer de recorrida, y fui a visitar a un amigo al que hace mucho no visitaba. Tiene una armería fuera del circuito comercial habitual. Mas bien es una "cueva" para los del palo, lejos del centro y difícil de encontrar.
Cada visita es un gusto no sólo por lo que tiene Sergio en su negocio, sino por lo que sabe y porque le compre uno o no, es un excelente conversador sobre el tema armas.
Al explicarle que no buscaba nada en particular, me ofreció alguno de los miembros de la familia Mauser que tiene en venta. Alemanes, yugoslavos, turcos y persas.
Para los que no conocen del tema, los hermanos Mauser diseñaron por 1871 un sistema de cerrojo para fusil que evolucionó los siguientes treinta años dando lugar a unos de los mejores fusiles de su tipo: el Gewehr98 y su derivada Karabiner98 de amplio uso en la primera y segunda guerra mundial, primos a su vez del venerable Mauser Argentino Modelo 1909.
El asunto es que en la conversación sobre las bondades del mecanismo salió algo que prueba que las armas en sí no son buenas ni malas, sino sólo herramientas para los humanos que las accionan.
En 1948, cuando Israel declaró su independencia, la Hagana estaba desesperadamente necesitada de armas fiables. Así fue que compró miles de fusiles Kar98 de los excedentes alemanes de posguerra.
Así los fusiles que identificaron a los soldados de la Wehrmacht terminaron defendiendo a los judíos. La eficiencia del fusil fue tal que incluso Israel encargó unidades nuevas de Kar98 a la belga Fabrique Nationale y a la checa Ceska Zbrojovka
Abajo, un sobreviviente de cien batallas muestra los cuños que prueban la historia. (Véase arriba el sello que identifica también el cambio de calibre, cuando los israelíes lo recamararon a 7.62 x 51 para que sirvieran a las reservas hasta bien entrados los setenta)