07 septiembre, 2006

Benegas Lynch, contra el desarme

Alberto Benegas Lynch (h) le dedica una lapidaria carta al Néstor, de quien duda todavía presida una República. El texto embiste contra la idea del desarme ciudadano, con los mejores argumentos.

"El segundo tema se refiere al Plan Nacional de Desarme, que usted viene anunciando, por el que su gobierno destinaría quince millones de pesos para comprar armas de la población y para la creación de un nuevo Registro Nacional de Armamentos. En este contexto, usted les reprochó públicamente a su ministro del Interior y a su ministro de Seguridad bonaerense por la inseguridad, que es del dominio público.

Es de interés recordar que en tiempos en que en los Estados Unidos se realizaban esfuerzos por establecer una nación libre en su Constitución se destacó muy especialmente el derecho de los gobernados a poseer armas. No por casualidad comparten esta posición los más destacados autores del mundo libre, tales como Cicerón, Ulpiano, Grotius, Algernon Sidney, Locke, Montesquieu, Edward Coke, Blackstone, George Washington, George Mason, John Adams, Patrick Henry, Thomas Jefferson y George Jellinek. No por casualidad la primera medida que adoptaron personajes nefastos como Hitler, Stalin y Castro consistió en la confiscación de armas de sus súbditos.

Es que la forma de ver el aparato político por parte de un espíritu libre es la misma que la que tiene el propietario respecto del servicio de seguridad que contrata. No por el hecho de que le encargue la custodia de su propiedad debe desarmarse el propietario y quedar a merced del custodio. En no pocas oportunidades se muestra la figura de una persona con aspecto de monstruo y bajo esta figura aparece la leyenda: “¿Usted le entregaría armas a este sujeto?”, sin percibir que ése, precisamente, será el que portará armas en detrimento de sus desarmadas víctimas. Por esto es que el máximo inspirador del derecho penal, Cesar Beccaria, sostiene en su célebre tratado que prohibir la tenencia de armas sería lo mismo que prohibir el uso del fuego porque quema o del agua porque ahoga. Dice Beccaria: “Las leyes que prohíben el uso de armas son de la misma naturaleza: desarman a quienes no están inclinados a cometer crímenes. [...] Leyes de este tipo hacen las cosas más difíciles para los asaltados y más fáciles para los asaltantes, y sirven para estimular el homicidio en lugar de prevenirlo, ya que un hombre desarmado puede ser asaltado con más seguridad por el asaltante”.

No se me escapa que incluso algunos de los que convocan a marchas para llamar la atención por la inseguridad en nuestro país y otras personas, también de buena fe, ingenuamente apoyan el desarme, pero en verdad, con las mejores intenciones, les están haciendo el juego a los victimarios.

¿No le parece, señor Presidente, que en lugar de reprender a sus colaboradores en el escenario público sería más fértil revisar las modificaciones permisivistas sugeridas en su gobierno para el Codigo Penal? ¿No le parece que habría que revisar también algunas manifestaciones peculiares que se filtran en sus filas, como que el delincuente no es responsable de sus actos, sino la sociedad? Allí aparece el más crudo determinismo físico, que contradice las bases filosóficas del libre albedrío y la responsabilidad individual."

Benegas Lynch es considerado por muchos el teórico más respetable del liberalismo latinoamericano. Ojalá su escrito sirva para que muchos que dicen defender las libertades (generalmente sólo las económicas) se aviven que atrás del desarme lo que está en juego es mucho, mucho más importante que las armas.

(hat tip, Marcelo Varas)