(Publicado originalmente en BlogBis)
No free man shall ever be debarred the use of arms."
Thomas Jefferson
Thomas Jefferson
Cada vez que se habla de desarmar a la población civil, se hace patente que la cuestión de fondo no es armas si/armas no; lo que se discute y se trata de recortar es la libertad a los ciudadanos honestos. Porque es evidente que no desarme que pueda limitar a los delincuentes, que siempre encontrarán cómo eludir la ley y serán los únicos -fuera del Estado- en posesión de armas de fuego.
El porqué de éste recorte, es otro tema. Siempre es síntoma de un intento de ingeniería social. A veces, alimentada por una creencia naïf que imagina que las armas son los elementos que han corrompido al Emilio de Rousseau, y sin ellas la sociedad volvería automáticamente a la inocencia original. Es el mismo espíritu que con bastante de animismo, le atribuye a las armas la condición de peligro público, ignorando deliberadamente que como objetos inertes son apenas medios, y que como tales tienen en sí mismas la tanta capacidad de hacer daño como objetos tan comunes y corrientes como una piedra, un pedazo de hierro o una botella.
Otras veces el intento de control social, no es nada ingénuo. Al contrario, desde el poder, calculada y fríamente se ha dejado inermes a poblaciones enteras, que luego han quedado sin medios para defenderse contra la tiranía y la opresión. Valga como ejemplo el desarme turco, que facilitó la matanza de armenios entre 1915 y 1917; o el paradigmático desarme de los judíos en Alemania, implementado en nombre de la seguridad pública y la eficacia policial. Por cierto que si le facilitó a la policía alemana detener a quienes fueron a los hornos, que no pudieron organizar ninguna resistencia.
En éstos momentos podemos ver en dos países que por diversas razones nos son próximos, dos fenómenos opuestos. En Venezuela, tal vez repitiendo alguna de las fórmulas anteriores, el Estado está por poner en marcha una de las "Misiones" (como le gusta llamar al presidente Chávez a sus campañas), en éste caso la que promueve la incautación de armas en manos de la población civil. Tal vez hace falta recordar, que mientras tanto el Fidelito venezolano ha comprado miles de fusiles de asalto y ha montado sus fuerzas armadas paralelas, fuertemente politizadas.
Entre tanto, en Italia se aprobó la ley (244 votos a 175) que legitima el uso "de armas de fuego tenidas legalmente, u otro medio idóneo" en casos de defensa propia en propiedades privadas y lugares de trabajo, sin consideraciones sobre proporcionalidad entre la agresión y la respuesta, y aunque en la defensa de bienes propios o ajenos ocasione la muerte del atacante. (ver)
En la Argentina, que desde hace años está inmersa en una crisis de inseguridad, parece que el gobierno -emparentado con aquellos que treinta años atrás intentaron la toma del poder por las armas- prefiere soluciones a la venezolana. Por ese camino, cualquier delincuente sabrá que al violar un domicilio se le hará el campo orégano. Y cualquier aspirante a tiranuelo, sabrá que el pueblo está inerme, como los que los 40 fueron a los campos, sin posibilidad de resisitencia.